Escuché esas palabras en una canción y pensé que, respecto a América Latina, una frase así de breve es muy problematizable. Incluso solamente alterando su ortografía:
Si cambiamos algunas mayúsculas, «el Sur es mi Norte», la frase viene a ser como la pintura de Joaquín Torres-García, pues el mapa y los puntos cardinales se invierten: el Sur está donde estaba el Norte. Pero, como dice Walter Mignolo, en esta inversión «se cambia el contenido pero no los términos del diálogo» (La idea de América Latina).
JoaquínTorres-García, América invertida, 1936 |
Una opción más enriquecedora podría ser «el Sur es mi norte», tomando norte en su sentido metafórico de guía o punto de referencia. El Sur no es solamente el territorio, sino también sus habitantes, los cuales fueron tratados como objetos durante la invasión e invención de América, pero cuyas perspectivas como sujetos son el punto de referencia para «…reescribir la historia desde otra lógica, otro lenguaje y otro marco de pensamiento».
Además no hay que olvidar la importancia del mi, porque nosotros habitamos América Latina y, así como su historia es la nuestra, somos también capaces de transformar los contenidos y categorías de ese pensamiento histórico para poder ejercerlos en la vida.
Ya ni hace falta decir que es ampliamente (más bien necesariamente) recomendable leer a Mignolo. Basta el prólogo para no querer soltarlo.
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