miércoles, 1 de junio de 2011

La Inauguración

¡Y ojalá imitaran no solamente sus huesos, sino también su sangre!”.
Cicerón, Bruto


[…] El texto: produce en mí el mejor placer si llega a hacerse escuchar indirectamente, si leyéndolo me siento llevado a levantar la cabeza a menudo, a escuchar otra cosa […] movimiento brusco de la cabeza como el de un pájaro que no oye nada de lo que escuchamos, que escucha lo que nosotros no oímos”.
Roland Barthes, El placer del texto



En estas cartas decimos los hechos, no en su osamenta poderosa sino en su jugo: de modo que cuando razonamos, vamos contando, pero en tal manera que el cúmulo de sucesos no fatigue, y reciba el lector de ellos el beneficio mental y la experiencia que sacaría de presenciarlos”.
José Martí, “Las grandes huelgas en Estados Unidos”




Agradecemos a Marco Tulio, al señor Barthes y a don José Martí su presencia en la inauguración de este blog. Más aún a don José en esta primera parte, en la que ilustraremos la operación literaria de ver para escribir mediante su magnífica crónica.

Hemos escrito dos crónicas imitando el estilo de Martí con la conciencia de que puede ser mil veces imitado pero ni una igualado. Sin embargo, sabemos que la sencillez profunda y hermosa de su prosa es resultado de una sensibilidad muy particular de ver el mundo. Esa actitud vital, la sangre de Martí, es lo que da una impresionante actualidad a sus palabras. La objetividad de sus crónicas no es la objetividad "depurada" que nos vende la prensa actual, sino la única forma posible de objetividad: una subjetividad sincera.

Martí brincó el abismo de la realidad a la palabra montado en las alas del arte. Así que cualquier posible pérdida de realidad se compensa con el desbordante sentido de sus imágenes, el cual, como dijo Ruben Darío, “[…] casi se diría [que] aumenta el color de la visión real” (“José Martí” en Retratos y figuras). 

Por eso no es raro que cuando leemos a Martí levantemos bruscamente la cabeza, la frente y los ojos, con la reminiscencia, en un primer momento, de la belleza de la forma de la imagen; y después, con la curiosidad de encontrar en nuestra propia realidad el sentido de ese arte.

¡ B I E N V E N I D O S !

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