domingo, 26 de junio de 2011

Del matadero a la cárcel

"Simulacro en pequeño era este del modo bárbaro con que se ventilan en nuestro país las cuestiones y los derechos individuales y sociales".
Esteban Echeverría, "El matadero"

"Entrar a este penal [de Apodaca] es adentrarse en el microcosmos de una ciudad".
Sanjuana Martínez, "Penales en norte: miedo, hacinamiento, golpes, muerte y silencio", La Jornada (26/06/2011)

El puente entre un texto del siglo XIX y uno del periódico de hoy es una realidad violenta y apabullante que se reproduce en espacios grandes y pequeños por igual. En el XIX, esa realidad era el intento de una construcción nacional apoyada en la contradictoria dicotomía civilización-barbarie. 

¿Pero ahora? ¿Qué pasa cuando hacemos un zoom sociológico al sistema penitenciario de nuestro país? Pasa que nos damos cuenta de que ese sistema no sirve para nada más que para reproducir en pequeño los peores males de la sociedad. El artículo periodístico citado al principio pone esto, que es sabido por todos, en palabras. De esta manera nos conduce irremediablemente a reflexionar sobre la complejidad de un problema que llega a parecer irresoluble.

Sin embargo, es probable que, como muchas veces pasa, la solución se encuentre en el mismo problema. Solamente hay que ver la capacidad de reversión del proceso: si el sistema de relaciones corrupto y decadente que priva en la sociedad puede filtrarse en las instituciones que supuestamente luchan contra él, es totalmente posible que desde los "pequeños" núcleos e instituciones sociales (la familia, la escuela, la colonia, etc.) se extiendan nuevas formas de relaciones hacia toda la sociedad.

jueves, 23 de junio de 2011

Otro (soneto del trastorno)

                          
“El odio mira como a un criminal  a la cordura”
José Martí
“I might be mistaken, I know”
Agnes Obel
                               (I)
Conjuga el derivado de adverbiales
paradigmas morfema sus ideas
en rotos, delirantes y sin deas
sintagmas de secuencias no cabales:

se cambia los fonemas palatales;
se inviste con la regla que saqueas,
oh lector iracundo, que solfeas
con orgullo de tiempos bilabiales.

Molestias oclusivas en colores
nasales dibujó para sus versos:
tomó demente al que se ve en albores

de sinápticos fallos y a sus tersos,
semánticos, flexivos y dolores
colmó de acentos tristes y perversos.


miércoles, 22 de junio de 2011

¡Asalto al parnaso idealizado!

«El anzuelo» de Enrique Bunbury


Este vano correr tras lo imposible
Este mapa de incauto navegante
Este vivir un rato para morir más tiempo
Para al final morder el anzuelo y caer en la trampa


Este asalto al parnaso idealizado
Este coma de pronóstico reservado
Esta fellatio de amor caníbal
Para al final morder el anzuelo y caer en la trampa


Este infierno fatal y divertido
Este vestido de nocturna soledad
Este canto de sirena exclusivo
Para al final morder el anzuelo y caer en la trampa


Este andar de pies sin escarpines
Esta ida y vuelta a los confines
Este seamos siempre libres
Para al final morder el anzuelo y caer en la trampa


Este infierno fatal y divertido
Este vestido de nocturna soledad
Este canto de sirena exclusivo
Para al final morder el anzuelo y caer en la trampa


Versión original en El viaje a ninguna parte (2003)


Versión en vivo en Gran Rex (2011)

Hace un par de semestres, esta canción me dió la idea (o quizás el delirio) de que entre ella y la «Sátira a las cosas que pasan en el Pirú, año de 1598» de Mateo Rosas de Oquendo hay un diálogo literario.

¿En qué lo veo? En los versos anafóricos que dan la idea de enumeración (como pasa en un buen grupo de versos de la «Sátira…», en las contradicciones que cada verso presenta (lo que se antoja como el tópico del mundo al revés) y en frases específicas como «incauto navegante», «pies sin escarpines» y «canto de sirena» (que aparecen tal cual en la «Sátira…»).

¿Será que Bunbury se leyó ese texto en uno de sus viajes a América Latina? Por desgracia, no puedo preguntárselo personalmente, pero creo que la canción ofrece suficiente libertad y al mismo tiempo suficientes pistas como para poder pensar en una intertextualidad. O al menos para imaginar que Bunbury lee los mismos textos que estudiamos en la universidad.

martes, 21 de junio de 2011

«El Sur es mi norte»

Escuché esas palabras en una canción y pensé que, respecto a América Latina, una frase así de breve es muy problematizable. Incluso solamente alterando su ortografía:

Si cambiamos algunas mayúsculas, «el Sur es mi Norte», la frase viene a ser como la pintura de Joaquín Torres-García, pues el mapa y los puntos cardinales se invierten: el Sur está donde estaba el Norte. Pero, como dice Walter Mignolo, en esta inversión «se cambia el contenido pero no los términos del diálogo» (La idea de América Latina).

JoaquínTorres-García, América invertida, 1936


Una opción más enriquecedora podría ser «el Sur es mi norte», tomando norte en su sentido metafórico de guía o punto de referencia. El Sur no es solamente el territorio, sino también sus habitantes, los cuales fueron tratados como objetos durante la invasión e invención de América, pero cuyas perspectivas como sujetos son el punto de referencia para «…reescribir la historia desde otra lógica, otro lenguaje y otro marco de pensamiento». 

Además no hay que olvidar la importancia del mi, porque nosotros habitamos América Latina y, así como su historia es la nuestra, somos también capaces de transformar los contenidos y categorías de ese pensamiento histórico para poder ejercerlos en la vida.


Ya ni hace falta decir que es ampliamente (más bien necesariamente) recomendable leer a Mignolo. Basta el prólogo para no querer soltarlo.

Cliquea el libro para obtener una versión electrónica

miércoles, 8 de junio de 2011

Para hacerle cosquillas al cerebro



«Es la intención de Mastodonte mantener un diálogo (diverso, interminable, no necesariamente profundo) sobre el proceso creativo».

 • • •

Esta revista electrónica trabaja el lenguaje y la imagen creativamente al mismo tiempo que invita a sus lectores a hacer lo mismo. Para los que tenemos la literatura como pan de cada día, más que una invitación, es una orden. ¿Pues cómo entenderemos la creación de otros sino ejercemos nosotros mismos ese particular tipo de pensamiento?

Acá les dejo un texto (de muchos) de Alfonso Ochoa, uno de los creadores de Mastodonte:


Hotel

Escogí este cuarto con espejo porque un espejo sabe siempre apagar la soledad.
¿O la duplica?


domingo, 5 de junio de 2011

Gaucheando


LA QUE FALTABA
DE
M A R T Í N  F I E R R O





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Especiales hechos faltan
de mi vida por contar:
los detalles de otro andar,
de otra historia que me avino,
si memoria tengo y tino,
escuchadme preparar.

Yo, Martín, no al ñudo, Fierro,
que hora vengo de la Pampa
donde el fiero mundo acampa,
donde tuve la bolada
de la güelta afortunada,
donde de una negra trampa

hice otrora la ancha pata,
para darles la cuestión
y pasarles mi impresión,
con vigüela y dulce canto,
por placer, en entretanto,
concededme su atención.

Era yo de un bajo en plano
con el hilo en una pata
(porque el sol me daba lata)
cuando vi, rayando el flete,
que un paisano sin copete
iba en lenta cabalgata.

Me acerqué para enterarme
de su paso; dende dijo:
Soy Miguel, que a rumbo fijo
no me lanzo”. “Yo tampoco”,
contesté, “que siempre troco
de camino”. “Me dirijo”,

agregó, “sin dónde dado”.
Decidimos que compaña
nunca a nadie en nada daña;
dende luego, retomamos
nuestra marcha por los tramos
esperando hallar hazaña.

Anduvimos entripaos
tres y cuatro y cinco días.
Ya rete hartos de las vías
todas planas, advertimos
un castillo de racimos
ignorado por los guías.

A la puerta aparejamos
y al botón le dimos hilo.
Hora me entro de refilo”,
me soltó Miguel pasando.
Luego dijo regresando:
Todo ronda muy tranquilo”.

Recorrimos lentamente
cada cuarto y toda pieza.
Dende al patio, con presteza,
nos salimos, porque ruido
nos llegó: “Me ha parecido”,
le canté, “que aquí hay riqueza

para el hambre que nos cala”.
Nuestras tripas amarradas
se quejaban de fregadas
(nada habíamos yantado):
era entonces buen agrado
ver las bestias arrimadas.




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Acabado ya el festín,
en las sillas, reclinaos,
bien estando acomodaos,
feos chambos escuchamos
y a la par nos percatamos
de una sombra de diablaos.

Fuerte grito dio la negra:
De tomar me dad y guise”.
Yo mostrar la hilacha quise:
Si a comer, a trabajar”.
No Miguel se dio a ayudar,
bajo el suelo sino fueise.

Pero pata la ancha yo hice:
en la sombra filo hundí,
más de tres, ninguna herí,
y, no más de refilón,
todo un brazo sin función
me dejó. Volvime así,

con el diestro brazo inmóvil,
y al arisco (tal Miguel)
¡Ayudame”, dije, “infiel!”.
Nada fizo. Ya de noche,
hubo nuevamente entroche
y otro brazo me hizo riel.

Tres, Miguel, al día, dijo:
¡Epa, nijo! ¡No eches panes
y esperá hasta que sanes!”
Menudié y aquella luna,
de otro pleito, sólo en una
pierna vime. “No te afanes,

que has quedado atravesao”,
me sonó su voz chancleta.
Cuarta noche, cuarta reta:
di pelea manco y rengo
dando todo mi abolengo,
mas dejome en carne quieta.

Fierro viome en nombre y cuerpo
Miguel: a las de gaviotas
apeló; puso las botas
en caballo hecho jabón:
traer ayuda, su misión.
Dende un pueblo halló de a motas

de onde a un cura se lo trajo.
En llegándose al castillo
se llevaron un sustillo
cuando vieron la amenaza,
mas el cura buena traza
diole al punto sin cuchillo:

con bendita sólo el agua
ultimó a la sombra mala,
dando a esa alma negra un ala.
Dende luego el movimiento
me volvió y gritele al viento:
¡Qué ventura! ¡Qué gran gala!”

Hora aquí mi historia acaba;
por su extraño y raro modo
no la pongan en el lodo,
pues contarla, díjome uno,
NO ES PARA MAL DE NINGUNO
SINO PARA BIEN DE TODOS”.


























Notas
7 Al ñudo: en vano, sin utilidad.
10 Bolada: oportunidad.
11 Güelta: vuelta.
13 Hacer pata ancha: enfrentar algo valerosamente.
16 Vigüela: guitarra.
19 En el plano de un bajo: lugar llano en una hondonada de la Pampa.
20 Con el hilo en una pata: dificultosamente.
22 Rayando el flete: detener súbitamente el caballo.
37 Entripaos: entripados (enojados).
44 Al botón: inútilmente.
45 Refilar: pasar tocando ligeramente una cosa.
58 Yantar: comer.
64 Chumbo: ruido del disparo de un arma; por extensión, un sonido súbito y fuerte.
69 Mostrar la hilacha: dar a conocer su personalidad.
80 Arisco: cobarde.
86 Echar panes: presumir de bravo.
88 Menudiar: insistir en una acción.
91 Atravesao: en condiciones desfavorables.
92 Chancleta: cobarde.
98 Apelar a las de gaviotas: huir.
100 Hacer jabón: pasar miedo.
102 De a motas: de a pocas.
110 Ultimar: matar.
 
Apéndice 

viernes, 3 de junio de 2011

Escribir para ver

El poema gauchesco que pueden leer y oír en la entrada siguiente está, en términos platónicos, dos veces alejado de la verdad: imitamos un género literario que imitaba una tradición oral. ¿Pero cuándo la escritura ha sido bruñido espejo de realidad? Jamás. Y cuando se nos diga lo contrario, hay que sospechar más que nunca.

La poesía gauchesca es un ejemplo espectacular de cómo la literatura, mediante complejos pero finísimos procesos de escritura, construye, a partir de otra, una realidad propia. No solamente en cuanto a sus referencias, sino en cuanto a todos los elementos del circuito comunicacional: su emisor, receptor, código, canal, mensaje. Los poetas gauchescos escribieron para ver y para hacer ver. 

Claro está que los gauchos fueron la realidad que les sirvió de base. De hecho, la particular situación social (marginados de la civilización pero potenciales defensores de la nación) y cultural (portadores de una cultura tradicional rural manifiesta en su dialecto) de estos los hizo blancos perfectos para ser utilizados por la literatura de una manera tan amplia, como ya se dijo.

Hay que tener presente que la poesía gauchesca, aunque fue por su especificidad un género literario rígido, tuvo varios momentos. El Martín Fierro de José Hernández, que fue nuestro modelo en la creación, representa la última etapa de la gauchesca del XIX, en la cual el tono del discurso ya no es de "conocer para incorporar", sino de añoranza por un tipo social casi exterminado. Pese a las variaciones en el proyecto ideológico del autor, la constante en este género es que lo gaucho se desvanece frente a lo gauchesco

¿Es eso un problema, un error, una maldad...? ¡Pero es que el desvanecimiento es tan bello y seductor! ¡Cómo no agarrarle simpatía y cariño a un personaje como Martín Fierro, tan valiente, tan sensible, tan humano! Quizás podamos disfrutar del fantasma mientras no olvidemos su sangre. 

Para cerrar... o más bien abrir con llave de oro el camino de la reflexión, les recomendamos muchísimo el prólogo de Ángel Rama a la antología de poesía gauchesca de la Biblioteca Ayacucho. Es una joya. Además de que se enterarán muy bien de los pormenores del extraordinario fenómeno gauchesco, podrán ver una inspiradora aplicación de teorías lingüísticas y literarias (desde Jakobson hasta Amado Alonso, pasando por Sapir y Greimas) a la literatura de América Latina.


Ángel Rama, cofundador de Biblioteca Ayacucho


miércoles, 1 de junio de 2011

¡Próximamente: el gaucho cabalga de nuevo!




Un periódico argentino


Cuando vi un ejemplar de este periódico, que un familiar trajo de sus vacaciones en Argentina, se me aparecieron, como fantasmas terribles, los temas del colonialismo en América Latina: los discursos previos a las emancipaciones nacionales y, más aún, los que después de las independencias políticas reconocían otro tipo de dependencia que expresaron mediante la metáfora de la importación: "Artes, literatura, comercio, industria; todo nos viene elaborado ya de Europa; todo se aclimata entre nosotros, casi sin modificación […]" (Alberto Blest Gana, "Literatura chilena [algunas consideraciones sobre ella]).

Con el periódico aún en las manos, pensé con miedo «¿será en serio?», pero bastó la lectura de uno de los encabezados para ver que la ironía, el sarcasmo y la burla son las únicas banderas del periódico Barcelona. En internet me enteré de que es un proyecto colectivo de diseñadores, escritores y cualquiera que esté harto de la seriedad de las "versiones oficiales". En Argentina se puede comprar impreso en los kioskos de revistas, pero también lo publican en internet (en la imagen está el vínculo).

Sin embargo, el título y el lema del periódico, aún sabiendo en qué contexto se encuentran, me dejan gran inquietud. ¿Qué tanto se cree aún en América Latina en la importación de soluciones europeas? ¿Qué tanto cada uno de nosotros practicamos esta idea? En verdad es un arma de doble filo: puede hacernos creer que aquí es imposible una realidad original; pero también es capaz de poner de manifiesto la poderosa capacidad de adaptación y reversión de discursos que poseen los pueblos latinoamericanos y que constituyen sin duda una originalidad particular.

En La Habana las paredes hablan






«Andamos en un compás de reenergía».


La lengua efik es originaria de Nigeria. De esa lengua también proviene la conocida palabra chévere.

«Cantó el leopardo en África y el rugido se oyó en Cuba».

Paradoja

¿Vigencia de la imagen...?

Gráficos: Josep Renau. Palabras: Enrique Bunbury.



Una crónica a la Martí, por favor

El silencio. –– México en 1968. –– Peces en el mar. –– Manifestación por la paz en 2011. ––Violencia y justicia.

El silencio es la distancia más corta entre dos voces, pero en esa pequeña inmensidad cabe todo. El 13 de septiembre de 1968 en la ciudad de México, 250 mil personas escogieron el silencio como voz. Una voz colectiva en la que cada voz individual se disolvió como una gota de agua en el mar. Un mar de silencio que quería ahogar las infamias arrojadas contra una despierta juventud. La juventud de 1968 hizo historia en el mundo. Un mundo que se cimentó en sus contradicciones: nacionalismo y apertura global; imperialismo y revolución; progreso económico y estancamiento político; represión y organización. Concretamente: cultura mexicana y contracultura cosmopolita; guerra de Vietnam y revolución de Cuba; surgimiento de la clase media y cuarenta años de instituicionalización; asesinato de líderes revolucionarios y movimientos estudiantiles. 
 
La aglomeración de acontecimientos históricos se hace visible desde cierta distancia, ¿o es que los peces saben que existe el mar? Solamente cuando se les saca del agua pueden vislumbrar su espacio vital. Ese salir es, en el ser humano, su conciencia histórica. Sin duda el salto es letal para los peces, pero ¿hay peligro para los hombres? Claro. Porque la conciencia lleva inevitablemente a la acción y ésta a la represión. 
 
En 1968 los acontecimientos mundiales fueron aprehendidos y comprendidos por estudiantes de ciudades en todo el mundo. Los estudiantes eran un grupo particular. Desarraigados sociales en tanto que ser estudiante eliminaba las condiciones de clase y los colocaba en un nivel más o menos homogéneo: seres que quieren conocer. De manera que ellos pudieron ver en un acontecimiento como la guerra de Vietnam la necedad de un sistema imperialista decadente representado por Estados Unidos. Se dieron cuenta de las resonancias globales de lo que ocurría y, sin embargo, cada acontecimiento tenía una lectura diferente en cada país. ¿Cómo conciliar en México la muerte del Che Guevara, la de Martin Luther King, los hippies, el rock and roll, a Marcuse, el Mayo Francés y la no violencia con los intelectuales, la prensa, el Partido Comunista Mexicano, la universidad, los sindicatos…? Solamente conciliando verdaderamente, como lo hicieron los estudiantes, la imaginación individual con el poder colectivo. La organización de los estudiantes fue cuerpo a cuerpo, porque así es más fácil que los ojos del otro devengan en espejos. Las propuestas se leían en papel y en los labios del otro. 
 
Cuando el poder vio la amenaza de la palabra convocadora, le puso las etiquetas de violencia, desorden y libertinaje. Fue entonces que el silencio de los estudiantes permitió que la sociedad escuchara de donde venía el verdadero ruido represivo. Las 250 mil personas que caminaron por las calles de la ciudad no dejaban oír más que el sonido de sus pasos, pasos de pies y pasos de conciencia. Algunos días después, el poder mostraría su incapacidad de entender tanto las fronteras de la palabra como la libertad del silencio. El ejército fue mandado a la universidad. Semejante paradoja solamente puede ser resultado del miedo del poder. Se estaban pasando por alto las funciones fundamentales de los elementos del estado: el ejército existe para defender a la nación, los habitantes de un país conforman la nación, por lo tanto el ejército no puede atacar aquello que está encomendado a defender. ¿Qué hacía el ejército en Ciudad Universitaria? ¿Qué hacía el 2 de octubre en Tlatelolco? Los estudiantes no lo sabían, los profesores no lo sabían, los padres de los estudiantes no lo sabían: nadie lo sabía, ni los mismo soldados. Aquella tarde fue catastrófica a la manera de Walter Benjamin: una experiencia terrible que no produce futuro. El mensaje fue claro: si los peces se salían del mar, caerían en un estanque de sangre.

Más de cuarenta años después, el silencio volvió a ser bandera de un movimiento, pero las circunstancias son ahora muy distintas. El silencio de la manifestación del domingo 8 de mayo no quería demostrar nada. Era un silencio de luto como el que hubo en Tlatelolco al amanecer del 2 de octubre. La muerte se sacia con sangre y pólvora, pero ahora no es un banquete de una noche, sino meses y meses de muertes en el norte.

El silencio de luto jamás es absoluto, está callando un dolor insoportable. ¿Del dolor puede nacer algo más que dolor? Los que marcharon por la ciudad ese domingo creen que desde el dolor se puede buscar el bien común. Pero el dolor tiene un algo de personal que no se comparte. Por eso el silencio de luto en compañía, como en la manifestación, se quería convertir en rugido de ira. Del silencio, al murmullo, a la charla, al grito de dos, al grito de veinte, de doscientos, de veinte mil: «¡Fuera Calderón»; luego, haciendo una evolución fonética bajo las leyes del frenesí, la f se tornaba m. En ese reclamo de justicia se esconde también el de violencia, pues ¿cómo se puede impartir justicia sin violentar al ajusticiado? Sin embargo, el reclamo es inevitable. Lo que se vuelve claro es que ni el silencio de luto ni el reclamo son suficientes por sí mismos.

Otros asistentes creyeron más en un silencio unificador, poder incuestionable, que sea entendido como un grito común de exigencia nacional: «¡Alto a la violencia! ¡Alto a la militarización! ¡Alto a la guerra!». La exigencia a la autoridad supone la confianza en ésta. Pero ya se sabe que la autoridad se sostiene en el contrataque violento. ¿Entonces…? No se necesita más dolor, sino eso mismo que se necesitó en 1968 y en toda época revolucionaria: salir del mar, entrar a la conciencia de la historia. Para muchos Ciudad Juárez y el norte mexicano está muy lejos, como si fuera una herida en la punta de la cabeza que sabemos que está ahí, pero no le prestamos atención. No podemos reconocer la herida porque no nos queremos mirar. A diferencia de tiempos pasados, la represión ya no es directamente externa: cada quien es su propio carcelero. Cada uno protege su celda de la de otros: por eso ya no nos vemos, por eso nos matamos. El ataque de uno a uno provoca el ataque de otro a otro. ¡Por eso, en primer lugar, basta con un salto hacia afuera! ¡Para abrazar al mundo con conciencia y luego abrasarlo con acciones! Los peces deben salir del mar para poder conocerlo.

Y aquí y así seguimos

Osama Bin Laden. –– Juan Pablo II. –– El ajolote. –– Los mineros coahuilenses.

“Who dares to love forever? When love must die…”
Queen

Los aviones: atentados, obituario y maldiciones: gran revancha proclamada por el águila flechada. Venganza, invasión y cruenta pompa: casi década completa de política alcahueta (no reciente ni cansada): devenir el egoísta de apariencias pacifistas, de expansión imperialista (como palma atragantada). Corrupción, violaciones, espionaje y poderío: tolerado terrorismo autorizado (condenada observación: las proclamas del terror etimológico prescinden: sólo al otro bando nombran movimiento repulsivo).

Orgulloso, sonriente y animado, tras haber supervisado atentamente el operativo realizado en la ciudad paquistaní de Abbottabad tanto por agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como por integrantes de las fuerzas especiales de la marina estadounidense con el fin de interrumpir el funcionamiento orgánico del líder de la red Al Qaeda, Barack Obama confirma el rumor que los empedernidos y astutos cibernautas habían comenzado a difundir previa, misteriosa e intrigantemente: habla de la planeación, del procedimiento, de la ejecución, de la custodia del cadáver, de la sedimentación neptúnea de los restos, de las tensiones diplomáticas que, cual relámpagos obscuros, podrían ser manifestaciones sobrenaturales o indicios de otra guerra. Evita las incómodas y potencialmente peligrosas alusiones religiosas. Proclama, con ferviente retórica, la pervivencia del nacional-institucionalismo hegemónico estadounidense (característica históricamente sustentada por una subrepticia y latente, aunque temida, secuencia bélica). Repite lo detalles. Corrige incongruencias (obvia y conveniente manipulación). Comprueba que el Estado norteamericano tiene inmunidad de acción internacional (la suficiente como para ejecutar robustos y de fuego planes en sedes extranjeras) y, paradójicamente, también declara que, tras lo acontecido, quizá su país sea las más añorada aspiración del extremo desquite fundamentalista (no sin discutibles motivos). Confirma, en fin, la tradicional tendencia recóndita de Ares (quien ciertamente, empero, hora no es culpable).

Otros, más medrosos, menos consternados por las armas que por la gloria, más al cielo que al disparo consagrados, menos amos de sí mismos, por su parte, como ornatos de jardín, atiborran gran la plaza de San Pedro para ver a su Juan Pablo recibir de santo aureola: se amontonan, rezan, lloran; se subliman, cantan, oran; se apasionan, aman, callan; “¡Santo subito!”, demandan. Son cristianos unos, invitados demandados por el otros Vaticano: todos individuos incitados a fundirse en los rituales consagrados a volver lo humano excelso, testigos materiales que afirman la ocurrencia (como factum) de las obras espirituales del recién beatificado.

¿Sobre plegarias o rezos o misas u oficios que por creyentes algunos brindados hayan sido para conservar al Ambytosma mexicanum es posible comentario alguno hacer? Nada. Nada. Parece que no la vida sino la estima (de aestimare –poner precio o valor–) rige el mundo: ¿quién, cuando hay partido entre el Barcelona y el Madrid o cuando los glúteos de Lady Gaga están impresos “a color” en El Metro o cuando tiene que hacer una investigación bibliográfica para un trabajo universitario o cuando se mira en el espejo de un baño para limpiarse los dientes o cuando busca dinero en sus bolsillos para comprar comida o cuando algún familiar suyo está soterrado bajo toneladas de carbón o cuando copula o se masturba o se deprime, llora o se preocupa o se queja o se suicida por la tornasol mosca que mata en la cocina, por los millones de microorganismos que diariamente mueren fuera y dentro de otros seres o por las heces y los miasmas y los venenos que intoxican los canales de Xochimilco? No obstante, la Cámara de Diputados y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público aprobaron destinar pecunia para la conservación de la mentada especie.

La Inauguración

¡Y ojalá imitaran no solamente sus huesos, sino también su sangre!”.
Cicerón, Bruto


[…] El texto: produce en mí el mejor placer si llega a hacerse escuchar indirectamente, si leyéndolo me siento llevado a levantar la cabeza a menudo, a escuchar otra cosa […] movimiento brusco de la cabeza como el de un pájaro que no oye nada de lo que escuchamos, que escucha lo que nosotros no oímos”.
Roland Barthes, El placer del texto



En estas cartas decimos los hechos, no en su osamenta poderosa sino en su jugo: de modo que cuando razonamos, vamos contando, pero en tal manera que el cúmulo de sucesos no fatigue, y reciba el lector de ellos el beneficio mental y la experiencia que sacaría de presenciarlos”.
José Martí, “Las grandes huelgas en Estados Unidos”




Agradecemos a Marco Tulio, al señor Barthes y a don José Martí su presencia en la inauguración de este blog. Más aún a don José en esta primera parte, en la que ilustraremos la operación literaria de ver para escribir mediante su magnífica crónica.

Hemos escrito dos crónicas imitando el estilo de Martí con la conciencia de que puede ser mil veces imitado pero ni una igualado. Sin embargo, sabemos que la sencillez profunda y hermosa de su prosa es resultado de una sensibilidad muy particular de ver el mundo. Esa actitud vital, la sangre de Martí, es lo que da una impresionante actualidad a sus palabras. La objetividad de sus crónicas no es la objetividad "depurada" que nos vende la prensa actual, sino la única forma posible de objetividad: una subjetividad sincera.

Martí brincó el abismo de la realidad a la palabra montado en las alas del arte. Así que cualquier posible pérdida de realidad se compensa con el desbordante sentido de sus imágenes, el cual, como dijo Ruben Darío, “[…] casi se diría [que] aumenta el color de la visión real” (“José Martí” en Retratos y figuras). 

Por eso no es raro que cuando leemos a Martí levantemos bruscamente la cabeza, la frente y los ojos, con la reminiscencia, en un primer momento, de la belleza de la forma de la imagen; y después, con la curiosidad de encontrar en nuestra propia realidad el sentido de ese arte.

¡ B I E N V E N I D O S !