domingo, 1 de enero de 2012

Sobre violencia y economía

Quiero compartirles la traducción que hice de un artículo periodístico que leí hace tiempo por recomendación de un amigo. En mis reflexiones sobre la situación de nuestro país ha sido fundamental, pues da pie para pensar la violencia visible a partir de las estructuras "invisibles" que la sostienen. Pido disculpas anticipadas por los errores de traducción que contenga. Por supuesto está abierta a modificaciones.


Ciudad Juárez es nuestro futuro: es la inevitable guerra del capitalismo vuelto loco
Actualmente, los cárteles de droga en México son pioneros de la economía global en cuanto a su lógica de negocios y su modo de operar.

Por: Ed Vulliamy

La guerra, tal como yo la entendía, era una pelea entre personas con causas que podían ser tanto dementes como honorables: como, por ejemplo, entre los ocupantes estadounidenses y británicos de Iraq y los insurgentes que se les oponían. Luego me topé con la guerra de las drogas de México –la cual ha costado cerca de 40000 vidas, la mayoría de civiles– y todas las reglas cambiaron. Esta es una guerra del siglo XXI, y también otra cosa.

La guerra de México no se puede separar de la vida cotidiana.

«Ciudad Juárez es también un modelo
de la economía capitalista».
En Ciudad Juárez, la ciudad más peligrosa del mundo, los tianguis y los centros comerciales permanecen abiertos; Sarah Brightman recientemente dio un concierto. Cuando yo estuve por allá el mes pasado, la gente había reaparecido a la vida nocturna; esto debido a la imprudencia y al cansancio de años de toque de queda autoimpuesto. Antes había una misteriosa calma en la noche; ahora hay un espeluznante ambiente de normalidad –apuntado por pistola.

Aparentemente los capos del narco tienen una causa: el control de las rutas de contrabando dentro de Estados Unidos. Pero, incluso si ésta fuera la explicación total, el que las drogas sean la causa coloca sin duda a la guerra de México dentro de un pos-ideológico, pos-moral y pos-político mundo nuevo. Las únicas y verdaderas causas son las ganancias por los químicos que “elevan” a América y Europa.

Es interesante que, en una sociedad altamente politizada, no hay un movimiento masivo en contra de los carteles a la manera de “la ley y el orden” de la derecha o “de Mussolini”, ni ninguna izquierda o unión de oposición. El movimiento de base en contra de los guerreros de los carteles pos-políticos, el Movimiento Nacional por la Paz, es lidereado por el poeta Javier Sicilia, quien organizó una marcha de una semana de duración después del asesinato de su hijo en primavera. Esta lucha de un hombre es apoyada por mujeres en los centros de trabajo, en los barrios y en los hogares.

La guerra de las drogas no es solamente entre los carteles del narco.
«Ciudad Juárez se ha convertido
en un estado de anarquía criminal».
Ciudad Juárez se ha convertido en un estado de anarquía criminal –los cárteles, actuando como cualquier corporación, han extendido la violencia a bandas afilidas o no afiliadas con ellos, las cuales compiten por ofertas con los policías corruptosEl ejército juego su propio beligerante papel. “La guerra del cartel” no explica totalmente la historia. Una periodista de Ciudad Juárez, Sandra Rodríguez, me dijo durante una cena el mes pasado: dos niños mataron a sus padres porque, le contaron, “podían”. La cultura de impunidad, me dijo, “va desde niños como esos hasta la cúspide –la ciudad entera es una empresa criminal".

No es coincidencia que Ciudad Juárez sea también un modelo de la economía capitalista. Los reclutas para la guerra de las drogas vienen de la inmensa maquiladora –industrias donde, por salarios ínfimos, los trabajadores hacen los bienes que llenan los estantes de los supermercados estadounidenses o que se convierten en sus autos, importados libres de impuestos. Ahora las corporaciones pueden hacerlo más barato en Asia, casualmente despojando a sus trabajadores mexicanos. De manera que Ciudad Juárez se ha convertido en una rebosante alberca de reclutas para los cárteles y asesinos. Es una ciudad que sigue la religión y la filosofía del libre mercado.

“Es una ciudad basada en mercados y basura” dice Julián Cardona, un fotógrafo quien ha hecho crónica sobre la implosión de violencia. “El asesinato y la adicción a las drogas son actividades económicas, y esta economía está basada en lo que sucede cuando tratas a la gente como basura”. Muy propio, desde luego, de una guerra del siglo XXI. Cardona me contó sobre las muchas veces que le habían pedido su punto de vista sobre la marcha por la paz de Javier Sicilia: “Yo contesté: ‘¿Cómo puedes marchar en contra del mercado?’”.

La guerra de México no sólo pertenece al mundo pos-político y pos-moral, pertenece también al mundo del hiper-materialismo beligerante, en el cual la única ideología que hay –la cual los líderes de la política “legítima”, de los negocios y de la banca predican– es la codicia. Un hombre muy valiente llamado Mario Trevino, quien vive en la ciudad de Reynosa, la cual está bajo el control del cartel del Golfo, nos cuenta acerca de los asesinos y los cárteles: “Son personas repugnantes que hacen lo que hacen porque no pueden ser vistos usando la misma marca de playeras que usaron el año pasado, deben usar otra más cara”. Yo le repliqué que no podía ser así de banal, pero él me rogó no subestimar estas consideraciones. Lo que realmente hace de la guerra de México una guerra diferente, y muy propia de nuestro tiempo, es que todo se trata, al final de cuentas, de nada.

Ciertamente también pertenece a la cacofonía de la era de la comunicación digital. Los asesinos publican con deleite sus atrocidades en YouTube, dominando a un vasto público espectador que se mantiene ocupado en selvas de “sitios-calientes” en internet y de la “narco–blogosfera”. Los periodistas no pueden creer que mientras incluso personas como Osama Bin Laden hablan con los medios –pues sienten que tienen un mensaje que transmitir– los cárteles del narco no tienen ningún interés en hablar. Ellos controlan el mensaje, ellos son democráticos a la manera posmoderna.

La gente pregunta con frecuencia: ¿por qué el salvajismo de la guerra de México? Sin embargo, este adjetivo es infame para tan ingeniosas perversiones como coser la cara de una víctima a una pelota de futbol o colgar de los tobillos cuerpos decapitados en los puentes; y tampoco alcanza para definir sus modos de tortura innovadora, como sumergir a personas en tambos de ácido de manera que sus miembros se evaporen mientras unos doctores mantienen consciente a la víctima.

Tentativamente, pienso que hay una correlación entre la falta de causas de la guerra de México y el salvajismo. La crueldad es causa y consecuencia del nihilismo. La avaricia por la violencia refleja la avaricia por las marcas, y se convierte en sí misma en una marca.

La gente también pregunta: ¿qué puede hacerse? Hay un interminable debate sobre las tácticas militares, sobre la ayuda de Estados Unidos a México, sobre la guerra de las drogas, y sobre si los narcóticos deben ser legalizados. Yo respondo: lo anterior es de importancia tangencial. ¿Qué pueden hacer las autoridades? Simple: Ir Detrás del Dinero. Pero no lo harán.

Los cárteles del narco no son pastiches de corporaciones globales, ni son bastardos de la economía global: son pioneros de ésta. Ellos indican, mediante su lógica de negocios y su modo de operar, cómo la economía legal se las arreglará después. Los cárteles mexicanos personificaban al Tratado de Libre Comercio de Norte América mucho antes de que éste fuera imaginado, y ellos prosperan mejor que éste.

La carnicería de México pertenece a la era del gobierno de los bancos multinacionales –bancos que, de acuerdo con Antonio Maria Costa, el anterior jefe de la Oficina de Drogas y Crimen de las Naciones Unidas, se han mantenido por años a flote lavando el dinero de las ganancias de las drogas y el crimen. Los jefes de los cárteles y los delincuentes no pueden andar viajando en camionetas llenas de dinero. Tienen que guardarlo en el banco –y los políticos podrían regular este río de dinero, así como lo han hecho con acciones contra los fondos del terrorismo. Pero ellos deciden no hacerlo por razones obvias: las magnates del capitalismo y sus colaboradores políticos dependen de este dinero al mismo tiempo que se quejan de los males de las drogas preparadas en el gueto y aspiradas por las narices de los ricos.

La guerra de México es la manera cómo se verá el futuro, pues pertenece no al siglo XIX con sus guerras imperialistas, ni al XX con sus guerras por ideología, raza o religión; sino que pertenece completamente a un presente entregado a la economía global y a un “espíritu de la época” de materialismo frenético, el cual nos negamos a suavizar: es la inevitable guerra del capitalismo vuelto loco. Hace 12 años Cardono y el escritor Charles Bowde escribieron un libro llamado Juárez: El Laboratorio de Nuestro Futuro. Seguramente no se imaginaron cuán premonitorio era ese título. En un libro reciente, Ciudad Asesina, Bowden lo pone de otra manera: “Juárez no es la decadencia del orden social, Juárez es el nuevo orden”.

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