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Hay una voz que se parece al roce del viento con la rama más alta, del más alto árbol, del más cercano al cielo. Esa voz es azul. ¿Por qué? Solamente para que combine con tus ojos verdes. Escucho y miro, aunque puedo escuchar sin mirar. Jamás el sonido encontró mayor correspondencia con su progenitor. Tu voz tiene tu estatura, tus gestos y el roce de tus manos. También tiene tus pasos, tu infancia y la curva melódica de tu sonrisa. Tu voz adormece los sentidos para despertar la conciencia. Los adormece con el consuelo de la belleza intangible; la despierta con la emoción de la idea expresable.
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