Las bitácoras públicas son una plataforma para la publicación libre de información en Internet. Blogger y WordPress son ejemplos de estas bitácoras. Twitter también lo es. El número de usuarios de este microblog a nivel mundial se lleva por mucho a las cuentas de blogs que se mantienen actualizadas.
¿Por qué es así? ¿Qué ofrece Twitter como medio que comunicación? Algunos dirán que Twitter es reflejo de la actual vida elusiva, de una modernidad líquida, como la llama Zygmunt Bauman, en la que el discurso no se compromete con nada porque nada es seguro. Otros dirán que el discurso que se construye en Twitter está muy limitado por su brevedad.
A las dos razones anteriores se les puede encontrar su contraparte. Lo que Twitter refleja no es la falta de compromiso, sino un modo distinto de éste. Esta plataforma es la mejor muestra del paso de un movimiento social con grupos ideológicos marcados a un movimiento histórico de reacciones individuales contingentes. Por otro lado, si hacemos caso de eso de que «lo que es corto y bueno es doblemente bueno», resulta que el discurso breve de Twitter vale más que largas y tediosas entradas de un blog que nadie lee.
Por mi parte, no he podido encontrar el lado de Twitter que engancha a muchos a seguir y ser seguidos. ¿Tendrá algo que ver con la profesión con la que uno carga? Por ejemplo, ¿qué tan bien se lleva la literatura con la cultura Web 2.0? ¿Qué posibilidades discursivas ofrece o quita una plataforma como Twitter en oposición a Blogger? Solamente en la práctica podemos contestar a eso (es decir, experimentando y conociendo estas plataformas. Un par de recomendaciones: Generación Y y Jodorowsky).
Aún así, siempre es interesante pensar qué haría, por ejemplo, un artista dadaísta con una cuenta de Twitter o de Flickr, o cuántas crónicas publicaría José Martí desde su blog.
Finalmente, recordando la entrada anterior, ¿qué tanto podemos escribir en alta voz en las plataformas virtuales?
¿Por qué es así? ¿Qué ofrece Twitter como medio que comunicación? Algunos dirán que Twitter es reflejo de la actual vida elusiva, de una modernidad líquida, como la llama Zygmunt Bauman, en la que el discurso no se compromete con nada porque nada es seguro. Otros dirán que el discurso que se construye en Twitter está muy limitado por su brevedad.
A las dos razones anteriores se les puede encontrar su contraparte. Lo que Twitter refleja no es la falta de compromiso, sino un modo distinto de éste. Esta plataforma es la mejor muestra del paso de un movimiento social con grupos ideológicos marcados a un movimiento histórico de reacciones individuales contingentes. Por otro lado, si hacemos caso de eso de que «lo que es corto y bueno es doblemente bueno», resulta que el discurso breve de Twitter vale más que largas y tediosas entradas de un blog que nadie lee.
Por mi parte, no he podido encontrar el lado de Twitter que engancha a muchos a seguir y ser seguidos. ¿Tendrá algo que ver con la profesión con la que uno carga? Por ejemplo, ¿qué tan bien se lleva la literatura con la cultura Web 2.0? ¿Qué posibilidades discursivas ofrece o quita una plataforma como Twitter en oposición a Blogger? Solamente en la práctica podemos contestar a eso (es decir, experimentando y conociendo estas plataformas. Un par de recomendaciones: Generación Y y Jodorowsky).
Aún así, siempre es interesante pensar qué haría, por ejemplo, un artista dadaísta con una cuenta de Twitter o de Flickr, o cuántas crónicas publicaría José Martí desde su blog.
Finalmente, recordando la entrada anterior, ¿qué tanto podemos escribir en alta voz en las plataformas virtuales?