Bueno es, sin duda, que las obras sean completas y perfectas; pero también, por quererles dar toda su extensión, o por empeñarse en perfeccionarlas al extremo, la sociedad se queda sin las cosas, y los autores sin el premio que esperaban por ella.Simón Rodríguez, Sociedades americanas... [Luces y virtudes sociales], 1834
Es díficil comenzar un texto sobre Simón Rodríguez intentando decir quién fue. A lo mejor es por ello es que la biografía ha sido uno de los géneros favoritos para hablar de este personaje: hay mucho qué decir sobre su vida. Muy poco de ello es convencional y casi todo es extraordinario. Desde su recepción más cercana —aún en el siglo XIX— hasta las últimas décadas del siglo XX, las narraciones de la vida de Rodríguez nos dejan imaginarlo. Sin embargo, también la obra que él mismo escribió nos ayuda a dibujar la imagen de su vida y, específicamente, de una forma de asumir el propio trabajo intelectual.
La cita que abre este breve texto es una de las muchas claves de lectura que Rodríguez nos regala para entender la (literalmente) inédita forma en que su gran proyecto, Sociedades americanas en 1828. Cómo son y cómo podrían ser en los siglos venideros, llega hasta nosotros. Como sabemos, esta publicación se compone de cuatro ¿partes? que se articulan de manera muy particular una con otra. Sin embargo, también sabemos que esta articulación no se basa en la suma de las partes ni en el contraste (a la manera de la ciencia ecdótica) de una con otra en búsqueda de la “versión original” de la obra. ¿Entonces...? A través de la lectura de estas cuatro publicaciones y siguiendo las intuiciones de algunos estudiosos de Rodríguez, que ven en su obra la idea de un proyecto total, a contracorriente de los obstáculos que sus circunstancias le impusieron, he reflexionado y propuesto algunos planteamientos —los cuales no serán desarrollados aquí— sobre la articulación de estas “partes” a partir de la relación dinámica entre las concepciones de fragmento y sistema.
Disculpándome de antemano por la confusión que la afirmación anterior puede provocar, así como por la falta de explicaciones que daré en este momento al respecto de ello, quiero volver la atención al epígrafe antes referido, el cual tiene que ver con lo dicho sobre la articulación de las partes con el proyecto, pero que al mismo tiempo es una muestra clara de la manera en que el acto de la publicación en Rodríguez está fundamentado en una ética y una política del quehacer que responde a la necesidad de la obra en relación con su realidad inmediata: una sociedad.
¿Es esto la arrogancia del escritor que cree que el mundo no puede continuar sin la lectura de sus trabajos...? ¿Es la vanidad y la avaricia por el reconocimiento que la publicación de la obra acarreará a su autor? Como siempre, Rodríguez es capaz de darle un sentido profundamente crítico a enunciados que podrían parecer dogmáticos, mediante el rigor de su propio actuar. Lo que una afirmación como la del epígrafe nos hace preguntarnos tiene que ver con la manera en que un sujeto asume una responsabilidad social mediante la escritura y la publicación (¿socialización?) de sus ideas. Creemos que este gesto no es vanidad, arrogancia o mero egocentrismo intelectual. El caso de Rodríguez y sus Sociedades americanas consiste, en realidad, en toda una propuesta ética y política respecto a los valores e intenciones que fundamentan un quehacer de las ideas, el cual se sale de su dimensión individual para hacerse social mediante su puesta en página y en imprenta.
Actualmente, ¿qué intenciones guían nuestros actos de escritura? ¿A quién le respondemos? ¿Cómo le respondemos a nuestras circunstancias? De hecho, ¿cómo son las circunstancias de nuestra escritura? ¿En nombre de qué buscamos la perfección de la expresión de nuestras ideas? ¿Esa perfección (sea lo que sea que es) da un valor mayor a lo que queremos decir? Al final de cuentas, ¿qué estamos entendiendo por perfección y por completud? ¿Qué valores ponen en juego las políticas que guían nuestra escritura académica...? ¿Cómo toman forma en nuestra escritura las circunstancias...?
Rodríguez siempre nos pregunta mucho a través de la particular manera en la que él le respondió al mundo; respuesta que quedó registrada (al menos parcialmente) en sus cuatro publicaciones de Sociedades americanas. En versiones facsimilares digitalizadas, están disponibles todas las publicaciones:
Sociedades americanas en 1828. Cómo serán y cómo podrían ser en los siglos venideros
Arequipa, 1828.
Sociedades americanas en 1828. Como serán y como podrían ser en los siglos venideros [Luces y virtudes sociales]
Concepción, 1834.
Sociedades americanas en 1828. Como serán y como podrían ser en los siglos venideros [Luces y virtudes sociales]
Valparaíso, 1840.
Sociedades americanas en 1828. Como serán y como podrían ser en los siglos venideros
Lima, 1842.
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