viernes, 17 de mayo de 2013

La escritura como punto de partida

Si pensamos que, en América Latina, la literatura “no es meta, sino prefiguración [...] materia para comienzos [...]”, nuestras perspectivas de lectura pueden sufrir un cambio radical. La afirmación citada la hace Silvia Molloy —crítica literaria y escritoria argentina radicada en Estados Unidos, colega de otros grandes como Julio Ramos y Enrique Pupo-Walker— al respecto de la interpretación alegórica que hace de un cuento de Borges. A su vez, este cuento y la alegoría le sirven para hablar de la autobiografía como un género que, en cada una de sus realizaciones particulares, pone en escena una diversidad de textos, sin limitarse solamente a los que tienen forma escrita.

Se trata, al final de cuentas, de la intertextualidad como fundamento de la creación literaria en general, no solamente de la autobiografía. El trabajo con nuestras tradiciones significa poner en escena —en ensayo de ficción, en tejido de narración— las voces que nos preceden y que hemos decidido escuchar. En América Latina, responder a la llamada no es subordinación ni servilismo, es creación. La crítica de nuestra literatura debe mirarla con ojos proféticos, no con ojos cerrados que busquen objetos conclusos. La literatura jamás es conclusión: siempre permanece a la espera de ser el lugar desde el cual alguien saltará en búsqueda de su propia historia.

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